La Seguridad Alimentaria en un Mundo cada vez más Urbano: El Caso de Bolivia

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Maria-Teresa Nogales, Alternativas
Maria-Teresa Nogales, Alternativas

Maria-Teresa Nogales es fundadora y Directora Ejecutiva de la Fundación Alternativas, una organización sin fines de lucro dedicada a fomentar alternativas sostenibles para garantizar seguridad alimentaria en ciudades de Bolivia. Nogales estudió en la Universidad de Baylor y es Master en Relaciones Internacionales y Licenciada en Ciencias de la Educación.

An English translation of this article can be found here.

Según las proyecciones poblaciones, hasta el 2050 debemos incrementar la producción de alimentos en el mundo por un 60% para satisfacer las demandas alimentarias de las personas. Su organización se dedica específicamente a trabajar la temática de la seguridad alimentaria en zonas urbanas. ¿Por qué realzan la necesidad de adoptar la agricultura urbana?

Los países en desarrollo están viviendo una transición demográfica importante debido a la migración de habitantes del campo a la ciudad. Bolivia es un gran ejemplo de esta transición, ya que hoy un 70 por ciento de la población está concentrado en áreas urbanas en comparación a lo inverso hace 50 años cuando sólo un 30 por ciento vivía en áreas urbanas. Este cambio claramente conlleva serias e importantes implicaciones económicas y políticas a tiempo de inducir cambios en los patrones de planificación.

Actualmente Bolivia se encuentra en el último lugar del ranking de seguridad alimentaria en América Latina – aproximadamente uno de cada cuatro habitantes sufre de hambre. En este contexto, si el 70 por ciento de la población vive en ciudades, ciertamente la inseguridad alimentaria no es un reto ligado solamente a la pobreza y la falta de desarrollo e inversión en las áreas rurales. Más bien, esta problemática también ha migrado a las urbes y hoy está ligado a la pobreza urbana y lo que ésta implica. Por esta razón, Alternativas se dedica a trabajar el tema de la seguridad alimentaria con enfoque urbano y, entre otros aspectos, apunta a generar mayor conciencia y sensibilización sobre esta problemática en los centros urbanos del país. Nosotros creemos que las autoridades públicas y privadas deben empezar a atender este reto a tiempo de adoptar políticas públicas y acciones necesarias – hoy y en el futuro – que garanticen el derecho a la alimentación.

¿Cuáles son los mayores desafíos para incrementar la producción de alimentos?

Existen muchas variables que actualmente desafían la capacidad de incrementar la producción global de alimentos, incluyendo el cambio climático, la disponibilidad de agua, la reducción de tierras aptas para los cultivos tradicionales, una mayor erosión de suelos y, entre otros, una población urbana en crecimiento.

El cambio climático afecta y continuará afectando la producción agrícola reduciendo la cantidad de agua disponible para riego y generando mayor variabilidad en los patrones productivos en todo el mundo. Se predice por ejemplo que las tasas de lluvia aumentarán en el trópico y disminuirán en otras regiones, transformando a estas últimas en zonas más calientes y secas. Esto puede significar que lo que alguna vez se cultivó en un lugar pronto ya no será producido. A menos que se tome pasos ahora y en el futuro para identificar cultivos de transición o nuevas variedades resistentes a climas severos, podría suscitarse un impacto tremendo en la productividad agrícola y la seguridad alimentaria.

Mientras se prepara la transición, se debe tener muy presente que existirán barreras adicionales, ya que los suelos disponibles para la agricultura no son lo que eran antes; hoy, el 40 por ciento está clasificado como “degradado” o “seriamente degradado”. Esto significa, según algunas fuentes, que el mundo va a producir un 30 por ciento menos de alimentos en los próximos 20 a 50 años, lo cual es altamente preocupante debido a que necesitamos duplicar nuestra producción de alimentos al 2050.

Finalmente, es importante resaltar que en los últimos años los países en desarrollo —donde actualmente se produce la mayor cantidad de alimentos— se han urbanizando drásticamente. Esto ha conllevado a una reducción en la mano de obra agrícola y a la migración de las personas con los mayores conocimientos de agricultura. Si bien la agricultura mecanizada ha avanzado muchísimo y ha contribuido a la producción de alimentos a nivel mundial, la agricultura en pequeña escala aún produce entre el 50 y el 70 por ciento de los alimentos en el mundo, según fuentes como el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Un concepto nuevo en el ámbito de la política alimentaria es la soberanía alimentaria. ¿Podría explicar lo que significa este concepto y la razón por la cual se lo enfatiza tanto en los países en desarrollo?

El concepto de la soberanía alimentaria implica que las personas tienen voz y voto sobre cómo se producen sus alimentos y sobre su derecho de cultivarlos en forma sostenible. La soberanía alimentaria, básicamente, ponen al productor y al consumidor de alimentos en un rol activo —en vez de pasivo— en la cual son simplemente recipientes de lo que otros ofrecen y controlan en la cadena alimentaria. El término soberanía alimentaria nació en la década de los 90 a través de Vía Campesina, una organización internacional que defiende la agricultura sostenible de pequeña escala como una forma adecuada de promover la justicia social y la dignidad.

El concepto de soberanía alimentaria se ve fuertemente enfatizado en los países en desarrollo – como también por determinados grupos en los países desarrollados y las economías avanzadas – porque como se indicó anteriormente, este concepto aboga por los derechos que las personas tienen sobre cómo se producen los alimentos y de dónde provienen. Para los países en desarrollo esto es particularmente importante, porque éstos son los más vulnerables a influencias externas en el ámbito político, económico y cultural. Esto es especialmente cierto en países con una gobernabilidad interna débil.

Tomemos África, por ejemplo. Actualmente, este continente está siendo parcelado por las agroindustriales y algunos gobiernos externos que buscan fuentes de agua y tierra para realizar inversiones agrícolas dirigidas a alimentar a sus poblaciones y redes de consumidores. Estos acaparamientos de tierra, en la mayoría de los casos, se llevan a cabo sin el conocimiento de los ciudadanos y, ciertamente, tendrán un impacto en el continente a mediano y largo plazo y sobre la capacidad de alimentar a sus propios habitantes. La India es otro gran ejemplo. Este país tiene los récords más altos en suicidios por parte de agricultores; fenómeno predominantemente relacionado a la pérdida de autonomía y derechos de propiedad sobre las semillas, la tierra y la misma producción agrícola. Es importante resaltar que este fenómeno no está limitado a la India y está ocurriendo en muchos otros países del mundo.

¿La seguridad alimentaria tiene lugar dentro de la política de seguridad nacional de un país? ¿Cómo está vinculada la seguridad alimentaria a la capacidad de respuesta y resiliencia de un país?

Déjeme empezar diciendo que en los años 2007 y 2008 los precios de los alimentos llegaron a altos sin precedente y, como resultado, estallaron protestas y conflictos sociales en unos 50 países alrededor del mundo. Eventos como éstos nos recuerdan y resaltan el dicho “Un pueblo hambriento es un pueblo enardecido.

Ciertamente la seguridad alimentaria tiene un lugar con relación a la seguridad nacional de un país y juega un papel influente para fomentar paz y estabilidad en vez de conflictos e inestabilidad. Las fluctuaciones o los cambios radicales relacionados con la seguridad alimentaria pueden generar tensiones y conflictos en un país. También pueden influenciar la estabilidad de una región cuando personas huyen del hambre en un país y migran a otro o cuando por ejemplo buscan agua para producciones agrícolas en zonas de fronteras transnacionales o en territorios en disputa.

Recientemente Bolivia y sus agricultores han recibido mucha cobertura de prensa a raíz del alza en los precios de la quinua. Bolivia es actualmente el mayor productor de quinua en el mundo. ¿La demanda internacional para este grano ha afectado la seguridad alimentaria en Bolivia y el mercado interno de alimentos nativos? ¿Se ha visto un cambio en las dietas cotidianas que afectan la salud pública?

Hace poco leía yo una entrevista con un agricultor boliviano en la cual le preguntan si él y su familia consumen un porcentaje de la quinua que cultivan. Me sorprendió muchísimo su respuesta y, seguramente a otros lectores también, la cual fue: “¿Por qué me comería oro?”

Frente un crecimiento de la demanda mundial por la quinua, el precio de este alimento nutritivo también ha incrementado. En lo que ha transcurrido del año 2013, el precio de la quinua ha incrementado un 32 por ciento y ciertamente los mejores granos son reservados para la exportación más no para el mercado local. En un país pobre, en el cual cerca de uno de cada cuatro habitantes sufre de hambre, el extirpar un ingrediente que ofrece una contribución nutritiva abundante a la dieta tiene serias y profundas repercusiones en relación a seguridad alimentaria. Adicionalmente, mientras continúe creciendo la demanda internacional por la quinua, muchos bolivianos estamos preocupados en cómo garantizar que una mayor producción se conduzca de forma sostenible y que no erosione ni contamine la escasa tierra apta para cultivos que tiene Bolivia, o sus fuentes de agua fresca.

Special thanks to Maria-Teresa Nogales for translating. 

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