China y África Subsahariana: la asociación agrícola que busca resolver la Inseguridad Alimenticia y la Pobreza Extrema
Desde el fin de los años cincuenta, China ha desarrollado una relación económica estable y próspera con países de África subsahariana (AS). Esta asociación ha florecido hasta tal punto de que China se ha convertido en el mayor socio comercial de AS. Gradualmente, China ha desempeñado un papel importante en la configuración del desarrollo y las políticas agrícolas de esta región, lo cual ha sido recibido por la comunidad internacional con una mezcla de optimismo y un nivel de escepticismo sobre las verdaderas intenciones de una de las naciones más poderosas del orbe.
Con el advenimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las ONU en el 2015, los ojos del mundo se han enfocado nuevamente en impulsar el desarrollo económico de AS. Sin embargo, la asociación más prometedora proviene de China en lugar de sus colaboradores habituales como EE.UU. o países de Europa occidental. En efecto, Marafa et al. argumentan en su artículo de la serie de ODS de las ONU que llegar a lograr las dos primeras metas de los ODS – erradicar la pobreza en todas sus formas y acabar con el hambre – podría depender de esta alianza. De hecho, el éxito agrícola de China y las inversiones directas podrían ser una panacea para solucionar múltiples problemas del desarrollo en África. Los autores exponen la importancia estructural del apoyo económico chino en el modelo agrícola de AS, enmarcando lo crucial que podría ser esta relación para alcanzar los ODS y al mismo tiempo, advierten que la relación podría desenvolverse hacia una colonización económica.
Si bien ambas regiones enfrentaban altos niveles de pobreza extrema y hambruna a principios de los noventa, China se convirtió en una superpotencia económica y logró reducir su pobreza extrema. Según cifras del Banco Mundial (2016), éste último redujo la pobreza extrema del 67 por ciento en 1990 al 5 por ciento en 2015, mientras que AS mantuvo un nivel estable de 40 por ciento. Además, a través de su modelo agrícola, China ha sido responsable de dos tercios de la reducción total de personas desnutridas en países en vías de desarrollo desde 1990. Por otra parte, AS ha mantenido un bajo valor agregado agrícola por trabajador de 1.240 dólares (comparado con un promedio de 2.206 dólares por trabajador para el resto del mundo), contribuyendo así al déficit alimenticio de la región.
Aunque tanto China como AS han dependido de la agricultura para su desarrollo económico, sus prácticas y resultados han variado tremendamente. AS ha tenido problemas con el bajo rendimiento de sus cultivos y tierra no utilizada, lo cual explica que la región sea un importador neto de productos agrícolas a pesar de tener el 25 por ciento de la tierra arable del mundo. Además, solo el 10 por ciento de esta tierra cultivada usa tractores y un mero 4 por ciento cuenta con sistemas de irrigación. Por otro lado, el crecimiento agrícola chino se basó en el fortalecimiento de granjas rurales y en reforzar la tecnología agrícola para aumentar el rendimiento de cultivos. Como resultado de esta revolución agrícola, China actualmente alimenta al 20 por ciento de la población mundial utilizando solo el 9 por ciento de su tierra cultivable.
Con el lanzamiento del Programa Integral de Desarrollo de Agricultura Africana por la Unión Africana en 2003, la región ha demostrado una notable apertura económica hacia nuevos socios comerciales. Además de invertir 161 millones de dólares en ganadería y agricultura africana, China planea implementar un programa de intercambio de conocimientos agrícolas que consiste tanto en traer expertos chinos a países africanos, así como enviar estudiantes africanos a aprender técnicas agrícolas a China.
Los autores afirman que, de ejecutarse de manera efectiva, el programa podría efectivamente resolver los problemas destacados en los dos primeros ODS y además podría provocar una cascada de beneficios, tales como mayor productividad laboral y menor desempleo. Sin embargo, como señalan los autores, esta asociación podría causar efectos secundarios perjudiciales para los países africanos. Dado que China es el segundo mayor consumidor de alimentos del mundo, el gigante asiático podría utilizar su inversión agrícola en África para satisfacer sus necesidades alimenticias a largo plazo mediante la importación de productos africanos a bajo costo. Además, hay quienes temen que la ayuda agrícola de China podría traer consigo la expropiación de tierras y perjudicaría a empresas africanas locales, resultando en una colonización económica.
En definitiva, el estudio de Marafa et al. enmarca los posibles avances e inconvenientes socioeconómicos de esta asociación comercial. Al evaluar los efectos de esta alianza sobre el desarrollo de AS, la comunidad internacional deberá mantenerse atenta a una posible colonización y explotación económica por parte de China. No obstante, por el momento AS tiene poco que perder al adoptar esta asociación y tendrá una opción viable para superar los problemas ilustrados en los dos primeros Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Article source: Marafa, Lawal, Julian May, and Vincent Ado Tenebe. “Upscaling Agriculture and Food Security in Africa in Pursuit of the SDGs: What Role Does China Play?” Sustainable Development Goals Series Africa and the Sustainable Development Goals, 2019, 165–75.
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