Trastornos de salud mental son más frecuentes de lo que se piensa
En México, del total del presupuesto asignado a la salud, aproximadamente el 2% esta destinado a la salud mental y, de ese porcentaje, 80% es asignado a hospitales que proveen servicios de nivel altamente especializado (servicios terciarios o de tercer nivel). Como resultado, éstos hospitales casi exclusivamente atienden a pacientes con diagnósticos graves. Bajo esta distribución de recursos, pareciera que los problemas de salud mental sólo se originan en esta magnitud de gravedad, y que su frecuencia es baja y poco predecible a lo largo de la vida en comparación con otros tipos de enfermedades y afectaciones.
Previamente, no existía suficiente evidencia en el contexto de países en desarrollo que sustentara una conceptualización diferente de la salud mental y del desarrollo de los trastornos mentales. Ante esta situación, ha crecido un reciente interés por comprender las primeras etapas de la vida en las que se originan los trastornos mentales, la frecuencia con la que se manifiestan, así como los factores que facilitan u obstaculizan su desarrollo y la búsqueda de alternativas para tratarlos.
En este sentido, Corina Benjet y un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente publicaron un estudio con importantes resultados sobre la incidencia de trastornos mentales y la utilización de servicios de salud mental entre adolescentes y jóvenes adultos en la Ciudad de México y Área Metropolitana. La hipótesis principal del estudio es que el periodo entre la adolescencia y la adultez joven es donde se pueden desarrollar los primeros episodios de trastornos y enfermedades mentales en una persona. Por ende, los autores mencionan que esta etapa debería tomar principal relevancia en la estrategia de provisión de servicios de salud mental en México.
El estudio se basa en un análisis de la “Encuesta Nacional de Salud Mental en Adolescentes” (2005, 2013), que analiza una muestra de 1,071 participantes que tenían entre 12 y 17 años de edad en el 2005 y a los cuales se les aplicó en esa fecha un instrumento ideado por la Organización Mundial de la Salud en formato de entrevista (llamado Composite International Diagnostic Interview 3.0 o CIDI en inglés). Ocho años después, en el 2013, se les dio seguimiento a los mismos participantes aplicando otra versión del mismo instrumento adaptada a los posibles cambios y el crecimiento natural de los participantes durante ese periodo.
Mediante el análisis de la información recopilada, el estudio permitió, entre otros aspectos, estimar la incidencia de un amplio grupo de trastornos mentales, así como de la utilización de servicios de salud mental dentro y fuera de sistemas de salud. De igual manera, el estudio permitió determinar la asociación estadística entre distintas variables y la probabilidad de desarrollar estos trastornos durante el periodo estudiado, al igual que su relación con la probabilidad de utilizar servicios de salud mental.
Los resultados del estudio revelan tres aspectos importantes. Primero, durante el periodo estudiado, del total de los jóvenes, se encontró una incidencia de 37.9% en el desarrollo de nuevos trastornos mentales y una incidencia en utilización de servicios de 28.6%. Entre los trastornos más comunes, se encontraron trastornos de abuso de sustancias, de comportamiento perturbador, de estado de ánimo, de ansiedad y de patrones alimenticios con una incidencia de 24.5%, 14%, 14.2%, 7% y 3.7% respectivamente. Segundo, el ser menor de 15 años al inicio del estudio, al igual que el haber experimentado más de tres adversidades durante la infancia, tales como: abuso físico y mental, padres con adicciones, entre otros, se asoció positivamente con la probabilidad de desarrollar algún trastorno durante los ocho años posteriores. Tercero, el estudio encontró que un mayor nivel de educación de los padres (nivel secundario o más alto) está asociado con una mayor probabilidad de utilización de servicios de salud mental relativo al nivel de educación más bajo considerado (nivel primario).
Los resultados que proporciona el estudio son evidencia importante para empezar a cuestionar el paradigma predominante sobre el desarrollo y la atención de trastornos mentales en el país. Éstos, cómo se muestra en el estudio, son mucho más frecuentes de lo que tradicionalmente se piensa y pueden desarrollarse desde muy temprana edad. Su adecuada atención no sólo requiere de una mayor oferta de servicios en diferentes niveles sino también de un entendimiento más profundo de las distintas variables que facilitan su desarrollo y la utilización de servicios para tratarlos.
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