Acuerdo de París: retos para su consolidación

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En noviembre de 2016, entró en vigor el Acuerdo de París con el objetivo de mantener el aumento de la temperatura global promedio por debajo de 2 grados centígrados. Aunque esta meta representa un avance considerable, existe evidencia de que 2 grados son insuficientes y que un umbral de 1.5 o menor sería mucho más adecuado para reducir los riesgos y efectos negativos del cambio climático en el medio ambiente.

En un reciente estudio publicado por la revista Nature Climate Change se analizan los diferentes escenarios de reducción de emisiones que establece el Acuerdo de París. Los investigadores recopilan ejemplos que muestran cómo, en el largo plazo, un incremento en la temperatura promedio global de 1.5 grados tiene menores consecuencias negativas para el medio ambiente que uno de 2 grados. Por lo tanto, las metas del Acuerdo podrían resultar insuficientes. Según los autores, la mayoría de los escenarios disponibles de reducción de emisiones revela que el aumento en la temperatura global promedio excede, al menos temporalmente, el límite de 1.5 grados antes del año 2100. Con este aumento, se podrían esperar repercusiones mucho más graves sobre las temperaturas extremas, el ciclo del agua, la agricultura y los ecosistemas marinos, entre otros aspectos.

Ésta no ha sido la única voz que ha insistido en establecer un objetivo más ambicioso. La meta de los 2 grados se acordó formalmente en 2010 en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Cambio Climático en Cancún (COP16), donde también se examinó la posibilidad de reducir el límite a 1.5. En 2012, un diálogo de expertos en el marco de esta Conferencia concluyó que 2 grados centígrados es insuficiente y que limitar el calentamiento global a 1.5 grados traería muchas más ventajas. El Acuerdo de París establece mecanismos para limitar el aumento de la temperatura terrestre a menos de 2 grados, pero sólo menciona que se buscará “proseguir los esfuerzos” para que no se rebasen los 1.5 grados.

En el estudio de Nature, también se calcula la probabilidad de que ocurran temperaturas extremas. Tomando como base las temperaturas globales preindustriales, la probabilidad es de 45% con 1.5 grados, mientras que se eleva a 65% con 2 grados. Además, con 2 grados, la mitad de la población mundial podría sufrir cambios en el ciclo del agua, disminuyendo particularmente en regiones subtropicales, como el Mediterráneo. La disponibilidad del agua podría reducirse a 9% con 1.5 grados, pero con 2 grados llegaría a 17%.

En cuanto a la agricultura, el rendimiento de la cosecha de maíz y trigo disminuiría en mayor medida en regiones tropicales con un aumento de 2 grados en la temperatura. Se estima, además, que por cada aumento de un grado centígrado, la producción mundial de trigo disminuiría 6%. Otro aspecto relevante son los ecosistemas marinos: con un aumento de 2 grados, la mayoría de los arrecifes de coral en aguas cálidas estarían en riesgo de degradación. Además, sólo una temperatura menor a 2 grados aseguraría que las grandes áreas de hielo marino permanezcan en el Ártico.

Estos ejemplos muestran la importante diferencia entre las dos metas, especialmente para los países con regiones tropicales, como México. Según los autores, alrededor de la mitad de los cambios en el clima ha ocurrido a temperaturas de 2 grados centígrados sobre niveles preindustriales, en comparación con apenas un quinto de ellos a 1.5 grados. El primer criterio es claramente insuficiente.

La importancia del Acuerdo de París estriba en que contiene elementos jurídicos que buscan mantener la temperatura promedio global debajo de 2 grados y promueven esfuerzos para que no supere 1.5 grados, suponiendo que estos objetivos reducirán los riesgos y las consecuencias negativas asociadas al cambio climático. Los países miembros de este Acuerdo tienen la obligación de incrementar progresivamente sus objetivos de mitigación para alcanzar las metas planteadas. Para que esto pueda llevarse a cabo, se contempla elaborar planes de acción contra el cambio climático cada vez más ambiciosos.

Sin embargo, mientras siga siendo posible que la temperatura global aumente a más de 1.5 grados centígrados en el largo plazo, los autores del estudio sugieren que establecer metas más ambiciosas debe ser un elemento central en la agenda posterior a París. Destacan que llevar a cabo evaluaciones de los niveles de emisiones hacia 2025 y 2030 sobre el cambio en la temperatura global será determinante para asegurar el éxito en la implementación del Acuerdo.

Article source:  Schleussner, Carl-Friedrich, Joeri Rogelj, Michiel Schaeffer, Tabea Lissner, Rachel Licker, Erich M. Fischer, Reto Knutti, Anders Levermann, Katja Frieler & William Hare. “Science and Policy Characteristics of the Paris Agreement Temperature Goal.” Nature Climate Change 6 (2016): 827-835.

Featured photo: cc/(Delpixart, photo ID: 513848303, from iStock by Getty Images)

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